OMPRESS-ROMA (1-10-20) Ayer fiesta de San Jerónimo el Papa
Francisco publicaba Scripturae Sacrae Affectus, con motivo de los 1600 años de
la muerte del Santo. En ella el Papa valora la labor de tantos misioneros en la
traducción de la Sagrada Escritura a miles de idiomas. La carta comienza con el
recorrido vital de San Jerónimo que revela lo que el Papa dice en la primera
línea de la carta y que da nombre a la misma: “Una estima por la Sagrada
Escritura, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita es la herencia
que san Jerónimo ha dejado a la Iglesia a través de su vida y sus obras”. Ese
rasgo, “su amor apasionado por la Palabra de Dios” es lo que hace que su figura
siga “siendo de gran actualidad para nosotros, cristianos del siglo XXI”, dice
el Papa Francisco.
El Papa resalta en la carta el carácter misionero de la traducción
realizada por Jerónimo de la Biblia al latín, la conocida y famosa Vulgata, que
califica de “verdadero monumento que ha marcado la historia cultural de
Occidente, dando forma al lenguaje teológico”. Y es que, continúa el Papa
Francisco, “con su traducción, Jerónimo logró ‘inculturar’ la Biblia en la
lengua y la cultura latina, y esta obra se convirtió en un paradigma permanente
para la acción misionera de la Iglesia. En efecto, «cuando una comunidad acoge
el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura con la fuerza
transformadora del Evangelio»”. Así el trabajo de traducción de San Jerónimo
“nos enseña que los valores y las formas positivas de cada cultura representan
un enriquecimiento para toda la Iglesia. Los diferentes modos en que la Palabra
de Dios se anuncia, se comprende y se vive con cada nueva traducción enriquecen
la Escritura misma”, atestigua además, insiste la carta, “que la Biblia
necesita ser traducida constantemente a las categorías lingüísticas y mentales
de cada cultura y de cada generación, incluso en la secularizada cultura global
de nuestro tiempo”.
“Con la celebración del centenario de la muerte de san Jerónimo,
nuestra mirada se vuelve hacia la extraordinaria vitalidad misionera expresada
por la traducción de la Palabra de Dios a más de tres mil idiomas. Muchos son
los misioneros a quienes debemos la preciosa labor de publicar gramáticas,
diccionarios y otras herramientas lingüísticas que ofrecen las bases de la
comunicación humana y son un vehículo del «sueño misionero de llegar a todos».
Es necesario valorar todo este trabajo e invertir en él, contribuyendo a
superar las fronteras de la incomunicabilidad y de la falta de encuentro.
Todavía queda mucho por hacer. Como ha sido afirmado, no existe comprensión sin
traducción; no nos comprenderemos a nosotros mismos, ni a los demás”.
A lo que anima la Carta apostólica Scripturae Sacrae Affectus es a
“amar lo que Jerónimo amó”, a imitar a Jerónimo del que decían: “Por la asidua
lectura y la meditación prolongada, había hecho de su corazón una biblioteca de
Cristo”. El Papa constata que “uno de los problemas actuales, no sólo de
religión, es el analfabetismo: escasean las competencias hermenéuticas que nos
hagan intérpretes y traductores creíbles de nuestra propia tradición cultural”.
Y, por ello lanza un desafío, •de modo particular, a los jóvenes: Vayan en
busca de su herencia. El cristianismo los convierte en herederos de un
patrimonio cultural insuperable del que deben tomar posesión. Apasiónense de
esta historia, que es de ustedes. Atrévanse a fijar la mirada en Jerónimo, ese
joven inquieto que, como el personaje de la parábola de Jesús, vendió todo lo
que tenía para comprar «la perla de gran valor»”.