Aprovechando su
ya cercana salida a la Misión, entrevistamos a una Hermana joven del Instituto
de Religiosas ‘ Misioneras de Santo Domingo’, que en Valladolid tienen la
Residencia Universitaria Santa Rosa, en Juan Mambrilla, 1.
Son un Instituto
Misionero de la Familia Dominicana. Sus inicios están asociados a los Padres
Dominicos misioneros, que se llaman ‘Provincia del Santo Rosario’; en nuestra
ciudad son los Padres del colegio de Arcas Reales. Colaborando con ellos, se
extendieron principalmente por Asia. Sus últimas fundaciones están al servicio
de los más desfavorecidos de Camboya, Tailandia, Miamar y Vietnam.
Hola, ¿eres..?
-Marta; desde hace seis años ‘Misionera de Santo Domingo’.
¿Nos cuentas por qué?
-Aunque los últimos años he vivido en Valladolid, soy de
Madrid. Allí había empezado la carrera, salía con los amigos y también me
gustaba participar en actividades de mi parroquia, de los Padres Dominicos
Misioneros. Con ellos colaboraban también las que ahora son mis hermanas; nunca
lo había pensado, pero al ir conociéndolas más, me empezó a rondar la idea de
que tal vez yo también podía ser religiosa y misionera. Después de tiempo de
negármelo a mí misma, acepté lo que sentía con claridad: que en lo que hacía no
estaba mi futuro; después tuve que vencer los miedos iniciales (a cortar con la
vida que llevaba en ese momento, a la posibilidad de ir a otro país, a vivir en
una cultura desconocida, etc.); feliz, por fin di el paso; desde entonces me he
ido formando para la vida de este Instituto.
¿Y ahora?
-Acabo de terminar mis estudios de Filosofía y Teología aquí
en Valladolid y he estado unos días en Madrid preparando el visado… ¡salgo para
Vietnam dentro de unos días! allí me espera mi nueva casa y misión.
¿Así de fácil?
-Sí y no. Personalmente, ya he realizado una experiencia de
misión en Tailandia, y me ilusiona tanto como puedo servir a los más necesitados
y ser entre ellos testigo del amor de Dios; deseo que puedan conocerlo y disfrutarlo
también ellos. Pero me duele lo que le cuesta a mi familia tenerme tan lejos;
de todos modos, puede decirse que hoy se está muy cerca desde el rincón del
mundo que sea; además, volvemos con relativa frecuencia al propio país; eso les
ha hecho llevarlo bastante mejor de lo que les parecía al principio.
Pues gracias, Marta,
por compartirnos los inicios de tu vocación misionera. Te deseamos lo mejor
para tu Misión en Vietnam. Seguiremos en contacto.